I Domingo de Pasión- Comentario

Fuente: Distrito de España y Portugal

ENSEÑANZA DE LA LITURGIA

La Iglesia da comienzo hoy en el oficio de la noche por estas graves palabras del Rey profeta. Antiguamente, los fieles consideraban un deber el asistir a los oficios nocturnos al menos los domingos y días festivos; tenían en mucho el no perder las enseñanzas que encierra la Liturgia. Pero los siglos pasaron y la casa de Dios no era frecuentada con la asiduidad que constituía el gozo de nuestros padres. Poco a poco se fueron perdiendo las costumbres y el clero dejó de celebrar públicamente los oficios que no eran concurridos. Fuera de los cabildos y monasterios no se oye ya el conjunto tan armonioso de la alabanza divina, y las maravillas de la Liturgia sólo son conocidas de una manera incompleta.

LLANTO DEL SEÑOR

Por esta razón nos hemos movido a poner ante la consideración de nuestros lectores ciertos rasgos de algunos oficios que de otro modo quedarían para ellos como si no existiesen. ¿Qué más propio hoy para movernos que este aviso, tomado de David, que la Iglesia nos dirige y que repetirá en todos los maitines hasta el día de la Cena del Señor? Pecadores, nos dice, este día en que se deja oír la voz lastimera del Redentor, no seáis enemigos de vosotros mismos, dejando vuestros corazones endurecidos. El Hijo de Dios os da la última y la más viva muestra del amor por el cual descendió del cielo; su muerte está cercana; ya se prepara el madero en el que será inmolado el nuevo Isaac; entrad en vosotros mismos y no permitáis, que vuestro corazón conmovido, tal vez, un momento, vuelva a su dureza ordinaria. Habría en ello el mayor de los peligros. Estos aniversarios tienen la virtud de renovar a las almas cuya fidelidad coopera a la gracia que les ha sido ofrecida; mas acrecienta la insensibilidad en aquellos que los pasan sin arrepentirse. "Si, pues, oís hoy la voz del Señor no endurezcáis vuestros corazones."

ULTIMOS DÍAS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS

Durante las semanas precedentes hemos visto crecer cada día la malicia de los enemigos del Salvador. Su presencia, su vista les irrita y se siente que este odio reprimido aguarda el momento propicio para estallar. La bondad, la dulzura de Jesús continúa seduciendo las almas puras y rectas; al mismo tiempo la humildad de su vida y la inflexible pureza de doctrina humilla más y más al judío soberbio que sueña con un Mesías conquistador, y al fariseo que no tiene escrúpulos en traspasar las leyes para hacer de ellas un instrumento de sus pasiones. Sin embargo, Jesús continúa el curso de sus milagros; sus discursos están llenos de energía desconocida; sus profecías amenazan a la ciudad y al templo famoso de los que no quedarán piedra sobre piedra. Los doctores de la ley deberían, al menos reflexionar, examinar sus obras maravillosas que dan testimonio al Hijo de David, y releer tantos oráculos divinos cumplidos hasta ahora con la más absoluta fidelidad. ¡Ay! estos oráculos se deben cumplir hasta la última tilde. David e Isaías no hicieron sino predecir las humillaciones y los dolores del Mesías, que estos hombres ciegos no durarán en realizar.

OBSTINACIÓN DE LA SINAGOGA Y DEL PECADOR

En ellos se cumple esta palabra: "al que blasfema contra el Espíritu Santo, no se le perdonará el pecado ni en esta vida ni en la otra". La Sinagoga corre a la maldición. Obstinada en su error, no quiere escuchar, ni ver nada; ha torcido su juicio a su gusto; ha apagado en sí misma la luz del Espíritu Santo y vamos a verla descender por todos los grados de la aberración hasta el abismo. Triste espectáculo que se encuentra todavía, con mucha frecuencia, en nuestros días, en los pecadores que, a fuerza de resistir a la luz de Dios, ¡acaban por encontrar reposo en las tinieblas! Y no nos extrañemos de encontrar en otros hombres la conducta que observamos en los actores del drama que se va a cumplir. La historia de la Pasión del Hijo de Dios nos proporcionará más de una lección sobre los secretos del corazón humano y sus pasiones. No puede ser de otra manera; porque lo que ocurre en Jerusalén se renueva en el corazón del pecador. Este corazón es un Calvario, sobre el que, según el Apóstol, Jesucristo es sacrificado con frecuencia. La misma ingratitud, la misma ceguera, el mismo furor; con la diferencia de que el pecador, cuando es iluminado por la fe, conoce a quien crucifica, mientras que los judíos, como dice San Pablo, no conocían como nosotros al Rey de la gloria a quien clavamos en la Cruz. Siguiendo los relatos evangélicos que, de día en día, van a ponerse ante nuestros ojos, deben indicarnos que nuestra indignación contra los judíos debe tornarse también contra nosotros y nuestros pecados. Lloremos los dolores de nuestra víctima, a la que nuestros pecados han obligado a soportar, tal sacrificio.

LA OCULTACIÓN DE JESÚS

En este momento todo convida al duelo. Sobre el altar, ha desaparecido hasta la Cruz bajo un velo y las imágenes de los santos están cubiertas; la Iglesia está a la expectativa de la más grande desgracia. Sólo nos recuerda en este tiempo la penitencia del Hombre-Dios; y tiembla pensando en los peligros de que está rodeado. Muy pronto leeremos en el Evangelio que el Hijo de Dios ha estado a punto de ser lapidado como un blasfemo; pero su hora no había llegado aún. Tuvo que huir y esconderse. ¡Todo un Dios se esconde para huir de la cólera de los hombres!

¡Qué contraste! ¿Será por debilidad o por miedo a la muerte? Sólo pensarlo sería una blasfemia; no tardaremos en verle presentarse ante sus enemigos. Si ahora evita el furor de los judíos es por no haberse cumplido aún lo que dijeron los profetas sobre El. Por otra parte, no debe morir a pedradas sino sobre el madero maldito que, en adelante, se convertirá en el árbol de la vida.

ADÁN Y JESÚS

Humillémonos, al ver que el Creador del cielo y de la tierra tiene que substraerse a las miradas de los hombres, para huir de su cólera. Pensemos en el día del primer crimen en el que Adán y Eva, pecadores, se escondieron también por que se vieron desnudos. Jesús ha venido para darles la seguridad del perdón: y he aquí que se oculta; no por que esté desnudo, El que es para sus Santos el vestido de santidad y de inmortalidad, sino porque se ha hecho débil, para darnos fortaleza. Nuestros primeros padres quisieron esconderse de la mirada de Dios; Jesús se oculta ante los hombres; pero no será siempre así. Día vendrá en que los pecadores, ante quienes parece que huye hoy, suplicarán a las rocas y montañas, que caigan sobre ellos y les sustraigan de su vista; pero su petición será estéril. "Verán al Hijo del hombre sentado sobre las nubes del cielo, con poderosa y soberana majestad".

Este Domingo se llama Domingo de Pasión porque la Iglesia comienza hoy a ocuparse especialmente de los sufrimientos del Redentor. Se le llama también Domingo Júdica, por comenzar con esta palabra el Introito de la Misa; finalmente Domingo de la Neomenia es decir de la luna nueva pascual porque siempre cae después de la luna nueva que sirve para fijar la fiesta de la Pascua.

En la iglesia griega, este Domingo, no tiene otro nombre que el Domingo V de los Santos Ayunos.