CÑ 38 Preparación a Pentecostés

Fuente: Distrito de España y Portugal

Carta a los niños 38 | Preparación a Pentecostés

Mañana es una de las Fiestas más importantes de todo el año después de la Pascua. Mañana se festeja la Fiesta de Pentecostés cuando el Espíritu Santo bajó del Cielo sobre la Virgen María y los apóstoles, en forma de lenguas de fuego.

Pero no debemos pensar que es un acontecimiento pasado, que sólo sucedió hace mucho tiempo y que solamente lo que hacemos es recordarlo. No. El Espíritu Santo ha venido a llenar con sus gracias a la Iglesia y sigue actuando hasta el fin de los tiempos. Y por eso la Iglesia quiere que nos preparemos a esta fiesta tan importante, porque todos los años el Espíritu Santo baja a cada alma para colmarla de sus dones.

Ahora bien, la mejor manera de prepararse a recibir el Espíritu Santo es mediante la oración, a imitación de la Virgen María y los apóstoles que estuvieron encerrados diez días en el cenáculo, dedicados a la oración para preparase correctamente a la venida de este Divino Espíritu.

Pero puede suceder que, a veces, nuestra oración no sea bien hecha y, entonces, no tiene eficacia. Para que la oración sea agradable y escuchada por Dios, debe ser hecha con devoción y atención, sabiendo que estamos tratando con Dios que es el ser sumamente infinito, poderoso y bondadoso.

Un día el rey Felipe II, uno de los reyes más grandes que ha tenido España, asistía a la Santa Misa, y notó que uno de los cortesanos estaba con poca reverencia, distraído mirando a todas partes y hablando con otros. Así estuvo gran parte de la misa. Volvió a su casa este cortesano y a los pocos momentos recibía de un paje una carta en la que el rey le mandaba a que se presentara en el palacio lo más pronto posible.

Al punto corrió el cortesano adulador, esperando tal vez que el rey lo llamaba para darle alguna recompensa o confiarle algún cargo de honor. Una vez delante de la presencia del rey… ¡con cuánta humildad, reverencia y atención se mostraba!...parecía una estatua. Clavó le el rey una mirada austera y grave, y le dijo: “Caballero ¿así está Usted ante la presencia de Dios?”.

Ni una palabra más. El cortesano se acordó en aquel momento del poco recogimiento con que aquella mañana había asistido a la Santa Misa, y quiso decir una palabra para excusarse, pero le atajó el austero rey y le volvió a repetir la pregunta con un acento más fuerte: “¿así estáis en la presencia de Dios?”.

El cortesano, confuso, tembloroso y muerto de miedo, volvió a su casa sin decir una sola palabra...

Si ante una persona importante de este mundo, nos portamos correctamente y lo tratamos con respeto y educación ¡Cuánto más a Dios que es el Rey de Reyes, todopoderoso e infinito!

Por lo tanto, nuestra oración debe ser atenta, es decir, que estemos pensando en Dios o en algún misterio de Jesús o de la Virgen, y si vienen distracciones hay que rechazarlas, porque estamos tratando con Dios, y sería una falta de respeto si pensamos adrede en otras cosas. Además debe ser una oración llena de amor a Dios, con deseo de agradarle y honrarle por ser Dios sumamente bueno y porque nos ha dado tantos beneficios.

Pidámosle a la Virgen que nos enseñe a rezar como Ella lo hacía, ya que su oración era tan agradable a Dios.