CÑ 35 Los hermanos Macabeos

Fuente: Distrito de España y Portugal

Carta a los niños 35 | Los hermanos Macabeos

Se acerca la Fiesta de la Ascensión y nuestros corazones ya deben apuntar hacia el Cielo, a donde subiremos algún día si Dios quiere. Pero antes, debemos pasar una serie de pruebas, que no siempre son fáciles, y participar de la Pasión del Señor. La única manera pasar airosos estas pruebas es tener el pensamiento fijo en el Cielo a donde está Jesús, porque el Cielo es nuestra Patria verdadera y definitiva. Un ejemplo de la S. E. nos podrá ayudar…

Antes de la venida del Salvador, un malvado rey, Antíoco Epifanes, conquistó Jerusalén, profanó el Templo, y obligó a todos a adorar a los falsos dioses griegos. Un día le trajeron a una mujer con sus siete hijos, diciéndole al rey que se negaban a ofrecer sacrificios a los dioses. Entonces, mandó que tomaran al mayor de los hijos, y lo hizo azotar con nervios de buey. El mayor de los hermanos le dijo: “no te canses rey, porque estamos preparados a padecer la muerte antes que hacer cosa contraria a nuestro Dios”. Enojado, el rey ordenó que le cortaran la lengua y lo desollaran vivo, hasta que finalmente murió, estando presente su madre y hermanos.

Por otros tormentos pasó el segundo, el cual antes de morir, se volvió al rey y le dijo: “tú nos matas en la presente vida, mas el rey del Cielo nos resucitará para la vida eterna”. Y expiró.

Toman al tercero, lo torturan y cuando le van a cortar la lengua, él mismo la sacó con prontitud diciendo: “Estos miembros he recibido de Dios, estoy seguro que los recibiré mejorados en la vida eterna”.

Quedó admirado el rey viendo el ánimo de este joven que, a pesar de que padecía indecibles tormentos, no daba señales de que fuera a flaquear.

Muerto el tercero, toman al cuarto, el cual, mientras le afligían con los mismos suplicios, dijo al rey: “Mejor es que muramos con esta muerte, para ser resucitados para la vida eterna, en cambio, tu resucitarás para un infierno sempiterno”.

Traen al quinto. “No pienses que Dios nos tiene olvidados, porque algún día verás el castigo con el que serás abatido”, decía. Y el sexto, de igual manera, replicaba: “estos tormentos los tenemos merecidos por nuestros pecados, pero el que tú cometes por atormentarnos, ten por cierto que también lo habrás de pagar, y tu paga será mucho más rigurosa”.

Así con este valor morían aquellos jóvenes para no quebrantar la ley de Dios. El rey rugía de rabia al ver cómo le echaban en cara sus maldades, y por eso, determinó conquistar al menor con halagos y engaños. “Mira los cadáveres de tus hermanos, si hubieran obedecido, todavía estarían con vida…”.

Pero en aquel momento, la madre tomó fuerzas y alentó a su hijo para que no flaqueara: “Hijo mío,levanta tus ojos a lo alto y mira al Cielo. Los tormentos durarán poco…aquellas alegrías serán eternas…Allí ya están tus hermanos con la palma del martirio. Te esperan y te llaman. Hijo mío ¡mira al Cielo!”.

Animado el último de los hermanos, mirando al rey le dijo: “Tirano, piensas que te vas a librar de caer en las manos de Dios. Yo y mis hermanos damos la vida para defender la ley de Dios…”.

Finalmente, fue atormentado con mayores suplicios que sus hermanos, y por último, murió la madre.

Estos hermanos nos dan un ejemplo de cómo debemos sobrellevar los sufrimientos de esta tierra, siempre manteniendo nuestra vista en el Cielo, y nuestro corazón lleno de esperanza en la vida eterna.