Carta a los niños 5

Fuente: Distrito de España y Portugal

Tiempo de Pasión

Queridos Niños:

Con el día de ayer, hemos comenzado el tiempo de Pasión, el cual abarca las últimas dos semanas del tiempo de Cuaresma. La Iglesia quiere que en estas dos últimas semanas de la Cuaresma contemplemos el gran misterio de nuestra redención: el misterio de un Dios que padece y muere por nuestra salvación.

La Iglesia en estas dos semanas está triste y como de luto porque sabe que se acerca la muerte de su divino Esposo. Y es por eso que en las iglesias se encuentran todas las imágenes cubiertas con un velo morado, para mostrar su tristeza y porque el culto y gloria de los santos se apaga, al apagarse el Sol de Justicia, que es Nuestro Señor crucificado y muerto por nuestros pecados.

La semana pasada hablábamos del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Hay que tener en cuenta que, si el Hijo de Dios se hizo carne, fue sobre todo para venir a redimirnos. Toda la vida de Nuestro Señor apuntaba a este momento. Desde el primer instante de su Encarnación, ya miraba este momento. A lo largo de su vida pública, se lo iba anunciando a sus discípulos y apóstoles. Muchas veces hablaba de este momento como “su gran hora”. Y si Jesús insistía tanto en este acontecimiento de su vida, es porque se trataba de algo sumamente importante: sabía que Él tenía que morir en la cruz, porque era la única manera de pagar y satisfacer a la justicia divina por los pecados de todos los hombres. Sin la muerte de Nuestro Señor, las puertas del cielo iban a seguir cerradas.

¡Qué importante es este misterio para cada uno de nosotros! Nuestra salvación depende de este misterio y es por eso que debemos pensar a menudo en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Nuestro Señor en un momento de su vida pública dijo: “Dejad que los niños vengan a mí”. A Jesús le gusta que los niños se acerquen a Él, porque un niño se caracteriza por tener un alma pura, esto es, sin las preocupaciones y tentaciones de los adultos. Por lo que tienen, en cierto sentido, un “poder especial” de alcanzar al Sagrado Corazón de Jesús, al cual le gusta tener trato más íntimo con las almas puras e inocentes. Aprovechen ahora que son niños para rezar y consolar con sus oraciones a Nuestro Señor, ya que Él los escucha con más atención a ustedes, y reparar por tantos pecados que en estos tiempos ofenden a Jesús.