Carta a los niños 4

Fuente: Distrito de España y Portugal

La Oración

Una característica de este tiempo de Cuaresma es dedicarle mayor tiempo a la oración. Digo mayor tiempo, porque todo buen cristiano debe rezar siempre, sea o no Cuaresma, como por ejemplo, las oraciones de la mañana y de la noche, el rosario diario, etc. Pero en este tiempo se debe hacer un esfuerzo y rezar un poco más y sobretodo, procurar rezar de mejor manera, con más atención y mayor amor a Dios. Y como además estamos encerrados en nuestras casas, con mayor razón podemos aprovechar el tiempo y dedicarlo con más facilidad a la oración.

Para mostrar la importancia de la oración, se puede poner un ejemplo: la oración es como la respiración para el cuerpo. El cuerpo necesita respirar porque si no respira no puede mantenerse con vida. Además, nuestro cuerpo puede aguantar poco tiempo sin respirar, apenas unos minutos, y por eso estamos continuamente respirando, incluso mientras dormimos.

De una manera parecida, para mantener la “vida del alma”, que es la gracia santificante, es necesario rezar. Aquel que no reza, no hace “respirar” su alma, por lo que tarde o temprano va a morir espiritualmente, cayendo en pecado mortal, que es la muerte del alma, ya que quita la gracia de Dios. Es cierto que, a diferencia de la respiración del cuerpo, no podemos estar las 24 horas del día rezando porque tenemos otras obligaciones que también nos las exige Dios: tenemos que comer, dormir, ayudar en casa, hacer los deberes de la escuela, jugar, etc. Pero sí debemos dedicarle a la oración algunos momentos del día, para unirnos más a Dios, para consagrarle todas las acciones de nuestra jornada, para agradecerle por todos los beneficios que nos da, y para pedirle los bienes que necesitamos.

Nuestro Señor les dijo a sus apóstoles en el Huerto de los Olivos, el jueves santo por la noche, “Vigilad y orad, para que no caigáis en la tentación”. San Pedro, Santiago y San Juan, no hicieron caso y se quedaron dormidos mientras Nuestro Señor rezaba a su Padre durante su terrible agonía. Y cuando llegaron los guardias de los Sumos Sacerdotes para prender a Jesús, los discípulos se asustaron y se escaparon abandonando a su divino Maestro, y San Pedro un rato después negó a su Señor, como ya vimos. Y la razón de porqué abandonaron a Jesús, fue porque cuando llegó la prueba, “la tentación”, no estaban preparados y fortalecidos, porque no habían rezado antes en su debido tiempo.

Nosotros debemos seguir el consejo de Nuestro Señor, no sólo para que cuando venga el demonio a tentarnos tengamos fuerzas para resistirle, sino también para unirnos a la oración  de Nuestro Señor a su Padre, y reparar nuestras faltas, ya que la oración es un medio eficaz para satisfacer por nuestros pecados.

Aprovechemos este tiempo para rezar el Santo Rosario con mayor devoción y con deseos de reparación, que es una de las oraciones que más agrada al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.