Acto de Desagravio para los días que preceden a la Cuaresma
Gran Dios, cuya paciencia y misericordia son infinitas, dad una mirada de compasión a la ceguedad de vuestro pueblo, y no le abandonéis a los deseos desordenados de su corazón, en estos días en que el infierno redobla sus esfuerzos para embriagarle con las locas alegrías del mundo, y hacerle olvidar que fue redimido a costa de la sangre de vuestro divino Hijo.
Diríase que la mayor parte de los hombres ignoran que vuestra bondad los invita a recibir la gracia del perdón de sus pecados; mas no, no lo ignoran; bien saben que los días de salvación se acercan; y, precisamente porque lo saben, se les ve renovar las antiguas infamias del paganismo. Hacedles comprender, Dios mío, que el disponerse así a hacer penitencia es despreciar vuestra bondad misericordiosa; decidles, con aquella voz que mueve los corazones, que el mancharse con nuevos pecados es hacerse indignos de la gracia del perdón; haced a lo menos que algunas almas entren en sí mismas, y conciban una resolución de no tomar parte alguna en semejantes desórdenes; escogeos algunos corazones que, movidos del celo de vuestra gloria y de la salvación de las almas, giman en vuestra presencia al ver a tantos cristianos colmar la medida de su ingratitud; imploren vuestra misericordia, y se esfuercen con sus lágrimas, oraciones y penitencias en apartar de vuestro pueblo los azotes de vuestra justicia.
Unido de corazón a estas almas privilegiadas, y más todavía a la víctima santa que nos habéis dado para aplacar vuestra ira, me postro, Dios mío, a vuestros pies, a fin de daros en lo posible satisfacción de mis pecados y de todos los que se cometen en estos días. Perdonad, Señor, perdonad a vuestro pueblo y no le abandonéis.
Os ofrezco los padecimientos, las ignominias y la muerte de vuestro divino Hijo, en reparación de las blasfemias, de la impiedad y de todos los crímenes que de nuevo crucifican a esa víctima adorable. Dignaos reinar con vuestra gracia en el corazón de todos vuestros hijos, a fin de que todos podamos gozar juntos de la bienaventuranza que prometéis a vuestros escogidos. Amén.